20191222 - Palabras del Pastor - Mons. Richard Daniel Alarcón Urrutia - IV Domingo de Adviento
20 Diciembre,2019
Muy queridos hermanos y hermanas, estamos muy cerca de la Navidad y no olvidemos que en nuestra mente y en nuestro corazón debemos proclamar esta hermosa invocación: “ven, ven señor, no tardes; ven, ven que te esperamos”.
Estamos ya en los últimos días para la llegada de la Navidad y la palabra de Dios nos coloca los temas de reflexión para que preparemos nuestro corazón para su llegada. Hemos tenido en este tiempo de adviento varios momentos de reflexión y a personajes que nos han ayudado a identificar a otros que estuvieron participando de los tiempos del nacimiento de Jesús.
Hemos hablado de Juan el Bautista, hemos celebrado a María Inmaculada ante el ángel, cuando responde: “Yo soy la Esclava del Señor”; hemos escuchado el llamado que nos hace el Señor para no tener miedo frente a la llegada del Mesías, detectando los signos de los tiempos que van apareciendo. En este tiempo de espera a pocos días para la Navidad, el evangelista Mateo nos coloca otro personaje, José, a quien Dios había elegido como esposo de la Virgen María e iba a asumir el papel de padre adoptivo de Jesús en la tierra.
José tiene mucho que enseñarnos, actualmente nos puede ayudar a comprender lo que significa ser un varón en estos tiempos. José tuvo un momento de crisis, cuando después de comprometerse con María recibe la noticia de que Ella está esperando un hijo, en la mente de José se cruzó la idea, de la infidelidad de María y cuando José, un varón lleno de valores, un hombre justo y santo que no quería denunciar a su prometida porque la ley judía obligaba entregarla para que la lapiden; pues la infidelidad de una mujer era muy grave en los tiempos del Señor; decidió despedirla en secreto, no quería hacerle daño a la que sería su esposa y compañera de vida. Es interesante saber las expectativas de José como varón, que sabe pensar, orientar su vida y sobre todo buscar siempre el bien. Él era un hombre justo y santo, por eso Dios lo había escogido para ser el padre adoptivo de Jesús, pero él, humanamente, no entendía lo que Dios tenía escondido como misterio en el embarazo de María.
En un sueño, nos dice el evangelista Mateo, el ángel le dice a José que no tenga miedo en recibir a María, le revela el gran misterio de la Encarnación, el niño no es fruto de una relación humana, es fruto del milagro más grande que ha sucedido en toda la historia de la humanidad, cuando Dios irrumpe la naturaleza humana y se hace presente entre nosotros a través del Espíritu Santo. María había concebido al hijo de Dios por gracia del Espíritu Santo, el ángel le revela esto y la identidad de ese niño que está engendrándose en el seno de María. Seguramente él al despertarse sabe que el sueño donde escucho esa revelación es proveniente de Dios, quien le venía a traer la gran noticia, José se levanta con una firme convicción de acoger a María en su casa y convertirse en el padre adoptivo del hijo de Dios. José cumple el mandato del ángel porque era un hombre obediente a los mandatos del Señor, sale a hacer su voluntad que era asumir a María y a su hijo, después en su papel de esposo, padre y educador del hijo de Dios, él y Ella asumen ese hermoso milagro de la llegada del Salvador.
Esa actitud de José nos tiene que invitar a nosotros, en estos pocos días que faltan para la llegada de Jesús, a caminar para poder buscar en nuestro corazón, las actitudes de José, de saber acoger a Jesús en nuestra condición humana. Tú como esposo, padre, hijo o hermano; en esa disposición de colaborar con la voluntad de Dios y hacer lo posible para organizar un hogar para que acoja al hijo de Dios; mira tu casa y familia, desde ahora pregúntale al Señor qué papel quiere de ti para que el hijo de Dios nazca en medio del seno de tu familia; sobre todo a ti como varón, esposo o padre de familia.
¡Que el Señor te colme de muchas bendiciones y que la llegada de la Navidad nos encuentre llenos de gozo y alegría para recibir a Jesús!
Que el Señor te acompañe.
En el nombre Padre, Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco
Estamos ya en los últimos días para la llegada de la Navidad y la palabra de Dios nos coloca los temas de reflexión para que preparemos nuestro corazón para su llegada. Hemos tenido en este tiempo de adviento varios momentos de reflexión y a personajes que nos han ayudado a identificar a otros que estuvieron participando de los tiempos del nacimiento de Jesús.
Hemos hablado de Juan el Bautista, hemos celebrado a María Inmaculada ante el ángel, cuando responde: “Yo soy la Esclava del Señor”; hemos escuchado el llamado que nos hace el Señor para no tener miedo frente a la llegada del Mesías, detectando los signos de los tiempos que van apareciendo. En este tiempo de espera a pocos días para la Navidad, el evangelista Mateo nos coloca otro personaje, José, a quien Dios había elegido como esposo de la Virgen María e iba a asumir el papel de padre adoptivo de Jesús en la tierra.
José tiene mucho que enseñarnos, actualmente nos puede ayudar a comprender lo que significa ser un varón en estos tiempos. José tuvo un momento de crisis, cuando después de comprometerse con María recibe la noticia de que Ella está esperando un hijo, en la mente de José se cruzó la idea, de la infidelidad de María y cuando José, un varón lleno de valores, un hombre justo y santo que no quería denunciar a su prometida porque la ley judía obligaba entregarla para que la lapiden; pues la infidelidad de una mujer era muy grave en los tiempos del Señor; decidió despedirla en secreto, no quería hacerle daño a la que sería su esposa y compañera de vida. Es interesante saber las expectativas de José como varón, que sabe pensar, orientar su vida y sobre todo buscar siempre el bien. Él era un hombre justo y santo, por eso Dios lo había escogido para ser el padre adoptivo de Jesús, pero él, humanamente, no entendía lo que Dios tenía escondido como misterio en el embarazo de María.
En un sueño, nos dice el evangelista Mateo, el ángel le dice a José que no tenga miedo en recibir a María, le revela el gran misterio de la Encarnación, el niño no es fruto de una relación humana, es fruto del milagro más grande que ha sucedido en toda la historia de la humanidad, cuando Dios irrumpe la naturaleza humana y se hace presente entre nosotros a través del Espíritu Santo. María había concebido al hijo de Dios por gracia del Espíritu Santo, el ángel le revela esto y la identidad de ese niño que está engendrándose en el seno de María. Seguramente él al despertarse sabe que el sueño donde escucho esa revelación es proveniente de Dios, quien le venía a traer la gran noticia, José se levanta con una firme convicción de acoger a María en su casa y convertirse en el padre adoptivo del hijo de Dios. José cumple el mandato del ángel porque era un hombre obediente a los mandatos del Señor, sale a hacer su voluntad que era asumir a María y a su hijo, después en su papel de esposo, padre y educador del hijo de Dios, él y Ella asumen ese hermoso milagro de la llegada del Salvador.
Esa actitud de José nos tiene que invitar a nosotros, en estos pocos días que faltan para la llegada de Jesús, a caminar para poder buscar en nuestro corazón, las actitudes de José, de saber acoger a Jesús en nuestra condición humana. Tú como esposo, padre, hijo o hermano; en esa disposición de colaborar con la voluntad de Dios y hacer lo posible para organizar un hogar para que acoja al hijo de Dios; mira tu casa y familia, desde ahora pregúntale al Señor qué papel quiere de ti para que el hijo de Dios nazca en medio del seno de tu familia; sobre todo a ti como varón, esposo o padre de familia.
¡Que el Señor te colme de muchas bendiciones y que la llegada de la Navidad nos encuentre llenos de gozo y alegría para recibir a Jesús!
Que el Señor te acompañe.
En el nombre Padre, Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco