Palabras del Pastor - Mons. Richard Daniel - Quinto Domingo de Cuaresma
21 Marzo,2021
San Juan 12,20-33.
Muy queridos hermanos y hermanas, en este “Año Misionero de la Iniciación a la Vida Cristiana” y bajo el patrocinio de San José, les hago llegar mi cordial saludo a todos y cada uno de ustedes.
Estamos por culminar el tiempo de cuaresma, pronto vamos a renovar nuestra fe y nuestra condición de bautizados en la próxima Pascua del Señor, por eso tenemos que aprovechar esta última semana, para poder preparar nuestro corazón, reconciliarnos con el Señor y disponernos ha acompañar a Jesús en todo el misterio de su pasión, de su muerte y de su resurrección, que casualmente vamos a contemplar dentro del marco de la pandemia, pero que vamos a celebrar con la misma fe de toda nuestra vida durante la Semana Santa.
Jesús en el evangelio de Juan, anticipa el misterio de su muerte; hemos hablado el domingo anterior sobre la reflexión de tener un Dios que nos ama y nos ama tanto que no se ha enviado a su hijo, pero su hijo no solamente es enviado para anunciar la buena nueva, es también enviado para entregar su vida en sacrificio por la salvación de todos los hombres, por el perdón de nuestros pecados. Entonces Jesús tenía la conciencia de que tarde o temprano iba a entregar su vida como un cordero inocente, para derramar su sangre y borrar esta triste realidad del pecado de los hombres.
Es así que en el evangelio se encuentra Jesús antes de la entrada a Jerusalén, discutiendo con algunos personajes que comienzan a inducir para que hable acerca de su entrega en la muerte, Jesús dice dos frases bien importantes, “si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”, Jesús va anticipando que con su muerte va a conseguirnos el fruto de la salvación y Él no huye, no se escapa, asume esta realidad con mucha valentía, con mucha serenidad y total entrega a la voluntad de su Padre; y la otra frase que pronuncia en el evangelio “cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”, anticipando esta forma de morir en la Santa Cruz.
Mis queridos hermanos y hermanas, contemplando esta decisión de Jesús de entregar su vida por nosotros, nos debe de motivar a una profunda reflexión, ¿cuánto valemos nosotros, para el amor de Jesús?, ¿cuanto valemos cada uno de nosotros como hijos de Dios? y ahora como miembros de la iglesia, para que Jesús haya entregado su vida en la Cruz y haya derramado su sangre para borrar nuestros pecados, este amor de entrega, de sacrificio, es una invitación del Señor para que también aprendamos nosotros, que cuando realmente tenemos amor o sentimos amor a Dios y a nuestro prójimo, vamos a tener momentos duros y difíciles en la vida, vamos a tener que enfrentar y soportar muchos sacrificios por el bien de los demás y por eso tenemos que aprender como Jesús ha saber asumir las responsabilidades, de nuestro amor cristiano, estamos en el año de la vida cristiana y la vida cristiana, también implica momentos de crisis, momentos de dolor, momentos de sufrimiento, momentos también te desesperación, pero frente a esos momentos, tiene que brillar siempre nuestra fe.
Jesús tuvo que pasar por la muerte, para llegar a la resurrección, entonces hay que aprender a asumir las dificultades, con mucha fe, con mucha valentía, porque sabemos que después viene la resurrección.
Estamos en este tiempo de pandemia, tenemos muchos casos duros y difíciles, pariente nuestros que han fallecido, parientes nuestros que se enferman, toda la familia se preocupa en la ciudad y en los centros de salud, ¿cuánta necesidad existe?, todas esas realidades no están ajenas a nuestra fe, tenemos que asumirlas con mucha serenidad, con mucha confianza en el Señor y poner toda nuestra esperanza en su amor.
Vamos a pedirle para que Jesús nos ayude a todos nosotros a saber ser firmes y valientes cuando tenemos momentos de dificultad y no perder la esperanza, que el Señor estará siempre a nuestro lado, nos fortalecerá, nos hará levantar el ánimo y nos hará mirar con mucha esperanza, después de superadas las dificultades, no hay camino a la resurrección, si no se pasa por la Cruz.
Que el Señor nos ayude y nos fortalezca en esta última semana del tiempo de cuaresma, que la bendición del Señor te acompañe en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco.
Arzobispo Metropolitano del Cusco.