PALABRAS DEL PASTOR

Palabras del Pastor - Mons. Richard Daniel - Sexto Domingo de Pascua

9 Mayo,2021

San Juan 15,18-21.
 
 En el “Año Misionero de la Iniciación a la Vida Cristiana”, damos inicio a la reflexión de este mes de mayo, en donde celebramos a la Virgen María como nuestra madre y madre de la iglesia.

Vamos a ponernos en una actitud de oración durante todo este mes de mayo, para pedirle a nuestra Madre la Virgen que desaparezca esta pandemia que tanto daño está haciendo en toda nuestra humanidad, el Papa Francisco ha encomendado a todos los cristianos del mundo, a todas las familias cristianas, a todas las organizaciones de la iglesia a rezar cada día un rosario con esa intención, para poner en las manos de María nuestra Madre este pedido, está súplica, de toda la humanidad al corazón misericordioso de Dios, para que esta pandemia logré ser superada y ser también desaparecida, está la intención para este mes de mayo querido hermano y hermana.

Nosotros continuamos reflexionando el tiempo de la Pascua, ya estamos pronto a terminar este hermoso tiempo y hemos reflexionado los domingos anteriores la presencia de Jesús resucitado, primero como un pastor, que conduce nuestras vidas y Él no lleva por el camino por el camino que nos conduce a la paz, a la felicidad, todos somos rebaños seguidores de Cristo. El domingo pasado veíamos que Jesús nos comunica su vida a través del bautismos y recibimos esa vida, como un como un tronco que da vida a las ramas para que las ramas puedan dar abundante fruto, ese es el Señor resucitado, que está con nosotros para darnos vida, para comunicarnos vida, para poder dar los frutos que Dios quiere, esos frutos en bien de la familia, esos frutos en bien de la sociedad; y la iglesia con cada uno de los cristianos, está llamada a ser como esas ramas para sembrar en medio del mundo la paz, el amor, la fraternidad, la solidaridad.

Este domingo coincide con Día de la Madre, es el domingo del amor, donde Jesús nos habla del amor, el amor de Dios y nos deja este hermoso mandamiento “ámense los unos a los otros”, la señal por la cual reconocerán que Cristo resucitado está con la iglesia, la señal por la cual reconocerán que somos discípulos del Señor resucitado es el amor, “ámense los unos a los otros, como yo los he amado” y este mandamiento no lo ha dejado Jesús, como signo de su presencia, donde hay amor ahí está Dios, donde hay amor ahí está Cristo resucitado.

Y que mejor señal del amor de Dios, cuando se nos comunica a través de una mujer, que es el símbolo del amor maternal de Dios, creada y enviada para poder ser instrumento de amor, la madre con ese amor engendra vida y nos da la vida, por eso en este día del amor tenemos que poner nuestra mirada hacia nuestras queridas madrecitas, sean vivas o sean difuntas y de nuestro corazón solamente brotar un sentimiento de gratitud, porque una madre concentra toda la fuerza del amor de Dios, su alegría su presencia, sus palabras, sus desvelos, su preocupación constante y su protección permanente, todo lo que envuelve la experiencia que todos hemos tenido de nuestra madre es el reflejo del amor de Dios, la mujer hecha madre es el reflejo del amor de Dios.

Entonces en este domingo dedicado a ella, hagamos un compromiso de tener siempre en el centro de nuestros corazones a nuestra queridas madrecitas, que desde ya les hacemos llegar nuestro saludo cariñoso y le pedimos al Señor les colme de bendiciones; y no solamente tenemos una madre que nos ha traído al mundo y nos ha dado la vida, también tenemos una madre en el cielo nuestra Madre María a quién Jesús le encargó antes de morir “ahí tienes a tu hijo”, entonces recordar todos los días que María Santísima, nuestra Madre la Virgen María, está a nuestro lado para cuidarnos y protegernos como una auténtica y verdadera madre, que alegría para el Cristiano tener dos mamás, la mamá de la tierra y la mamá del cielo.

Que la Virgen los cubra con su manto y nos ayude a todos por medio de esta oración, en este mes de mayo del Santo Rosario que derrame sobre el mundo la paz, la salud y sobre todo la superación de esta pandemia, depende de todo los hijos pedir a nuestra Madre con una sola invocación:  “líbranos de esta pandemia”.

Hermanos en este día del amor renovemos también nuestro compromiso de amarnos los unos a los otros. Que el Señor colme de bendiciones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 
 
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco