Palabras del Pastor - Mons. Richard Daniel - X Tiempo Ordinario
6 Junio,2021
San Marcos 14,12-16.22-26.
Muy queridos hermanos.
En este Año Misionero de la Iniciación a la Vida Cristiana y bajo el patrocinio de San José, me dirijo a todos y cada uno de ustedes para desearles muchas bendiciones del Señor.
Estamos en un tiempo muy hermoso: hemos terminado la Pascua, hemos celebrado la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés y ahora todos estos domingos vamos a renovar la fe que el Espíritu Santo nos ha traído con motivo de Pentecostés. El domingo pasado hemos contemplado el misterio de la Santísima Trinidad. Gracias a la luz del Espíritu Santo podemos conocer a Dios, amar a Dios, creer en Dios. La fe es un fruto del Espíritu Santo.
Ahora tenemos la oportunidad de renovar nuestra fe en otro gran misterio, el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que comúnmente llamamos la fiesta de Corpus Christi.
Cusco desde la época del inicio de la evangelización se ha caracterizado por una profunda devoción eucarística y eso se ha conservado en esta hermosa tradición que todos los años se realiza justamente con motivo de la festividad del Corpus. Vienen los Santos a rendirle su homenaje, a reconocer el cuerpo y la sangre de Jesucristo, la presencia real del Señor.
Vamos a celebrar este domingo la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo o Corpus Christi. Luego, también con la luz del Espíritu Santo, tenemos la oportunidad de reconocer el amor de Cristo en su Sagrado Corazón, que nos permite tomar cada vez mayor conciencia de lo que significa ese amor de Cristo.
La eucaristía es el sacramento principal de la vida cristiana. Como lo dirían los obispos en el Concilio Vaticano II: es la fuente y es la la meta de la vida cristiana. De la eucaristía brota la vida cristiana y hacia la eucaristía camina la vida cristiana. Entonces ¿qué es la Eucaristía? es el Memorial que Jesús nos ha dejado para que como cristianos seguidores suyos podamos reunirnos en su nombre. La Eucaristía en otras palabras, es la celebración de la Santa Misa los días domingos y es la presencia de Jesús que se queda en la sagrada eucaristía. Es el cuerpo de Cristo en la sagrada hostia. Entonces, es un encuentro nos permite estar con Jesús vivo y resucitado.
En la primera parte de la Eucaristía, en la liturgia de la palabra, Jesús nos alimenta con su palabra. Es ese encuentro personal de Él con cada uno de la comunidad que se reúne. Ese encuentro es lo que le da fuerza, vida. Es lo que le permite dialogar con Jesús, escuchar sus palabras, sus orientaciones. Es Él, que nos va guiando y conduciendo en lo que tenemos que hacer durante la semana, como tenemos que vivir como cristianos, que testimonio tenemos que dar.
Desde la primera parte de la Eucaristía nos encontramos con Jesús en la escucha de su palabra. Y la segunda parte de la eucaristía es el sacrificio en el altar de la Santa Misa. Allí Jesús vuelve a renovar su sacrificio. Él entrega su cuerpo en la cruz y convierte el pan en su cuerpo y el vino en su sangre. Él se hace presente en el altar y se ofrece como alimento. ¡¡Qué hermoso!! Cada vez que celebramos la eucaristía somos testigos del sacrificio de Cristo y recibimos su cuerpo sagrado, entregado por nosotros vivo y resucitado como alimento para nuestra vida cristiana. Entonces cuando nos reunimos en la eucaristía no solamente nos encontramos, sino también nos alimentamos de Jesús, para poder llevar esta Eucaristía a la vida cristiana. Entonces, durante toda la semana lo que hemos escuchado y lo que nos ha fortalecido nos ayuda a llevar una vida como Cristo quiere, una vida de seguidor de Cristo. Por eso la eucaristía es fundamental, no se puede llevar vida cristiana sin la Eucaristía. Es el motor que te mueve, que te empuja. De ahí sales y ahí regresas para encontrarte con el señor.
Qué importante es cada año reconocer y renovar esta necesidad que tenemos de vivir la eucaristía, de compartir la alegría de Jesús que a través de la Eucaristía nos acompaña, más aún en este tiempo difícil que estamos viviendo. Necesitamos estar junto con Jesús, compartir nuestras alegrías, nuestras penas y sentir su mano poderosa. Su sonrisa y su mirada nos anima a llevar una vida cristiana hoy que tanto necesitamos de la ayuda del Señor.
Queridos hermanos, que en esta fiesta de Corpus Christi tengan la oportunidad de decirle a Jesús: ¡aquí estoy Señor, y te necesito para seguir adelante llevando mi vida cristiana!
Que el Señor les colme de muchas bendiciones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco.